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  • En cuanto a la Accountability horizontal

    2019-05-18

    En cuanto a la Accountability horizontal, Przeworski planteó que O’Donnell utilizaba el concepto para referirse a que en América Latina las relaciones interinstitucionales, los pesos y contrapesos entre poderes e instancias del Estado eran débiles, por lo cual se terminaban delegando las decisiones y la representación al poder Ejecutivo. De aquí resultaba que, comparadas con las democracias centrales (las ubicadas en el cuadrante noroeste, como solía señalar O’Donnell), las democracias latinoamericanas eran especiales, eran democracias delegativas, en las cuales no sólo no existía control, sino que había un desplazamiento, una delegación del poder que se concentraba en el presidente. Para O’Donnell las democracias nuevas en América Latina se caracterizan por la ausencia de una red de relaciones de poder institucionalizadas. Aunque considera que hay claras diferencias entre los distintos sistemas democráticos parlamentarios y presidencialistas, Przeworski cuestiona el planteamiento según el cual se pueden diferenciar las nuevas democracias de América Latina de las europeas consolidadas, al tenerlas como no representativas, sino delegativas. Esta posición la sustenta con Y27632 en tres argumentos: O’Donnell respondió, que los argumentos de Przeworski no eran claros ni rigurosos. Para él las apreciaciones sobre la rendición de cuentas horizontal no se preguntaban si las instituciones de rendición de cuentas funcionaban realmente, si las relaciones con el poder legislativo eran o no de cooptación por parte del poder ejecutivo, razón por la cual no encontraba diferencias entre América Latina y Europa y sus democracias consolidadas. En tal sentido hace un llamado a profundizar en el estudio, más allá de la comparación que presenta Przeworski (entre Brasil e Inglaterra). Considera el análisis de Przeworski sólo formal, con lo cual se podría concluir que existen incluso más agencias de Accountability en América Latina que en Europa, lo cual no implica que realmente sea así. En cuanto a la afirmación de Przeworski respecto a que era escéptico sobre el planteamiento según el cual las desigualdades sociales en América Latina se deben a la ausencia de Accountability horizontal, social y la existencia de democracias delegativas, señala que se trata de una mala interpretación, por cuanto él nunca ha manifestado esta tesis, por el contrario: “aburrido de nuestros lamentos ha dejado de leernos”, en el sentido de que su planteamiento es el opuesto: se considera la extrema desigualdad y la pobreza como importantes causas del mal funcionamiento y la escasa representatividad de las democracias latinoamericanas. Pero va más lejos y considera que Przeworski, quien suele ser muy riguroso, en esta ocasión demuestra falta de rigor: “Según códigos académicos tan válidos en América Latina como en Europa y en Polonia, hubiera correspondido que aportara citas de los textos que hacen este tipo de atribución causal ¿o no valía la pena el esfuerzo cuando el propósito de su capítulo es simplemente informarnos que todas las democracias son lo mismo?” Respecto a lactose intolerance las repetidas alusiones sobre la “cultura del lamento” que hace Przeworski en su capítulo, O’Donnell es más tajante y reivindica el derecho de los intelectuales a manifestar sus posiciones críticas acerca de la democracia y del devenir de sus países, cuyas características no son propiamente las mejores: “exhortar a no lamentarse implica invitar a callarse”. Observa como inusual que un académico serio, además de considerar que las democracias son todas lo mismo, piense que los intelectuales deban guardar silencio. En esta disputa en particular se pusieron de manifiesto dos concepciones respecto a la democracia en América Latina. Para Przeworski, las dificultades que vivían los regímenes políticos latinoamericanos no obedecían a características específicas de este subcontinente, no eran locales solamente, sino generales a todas las democracias representativas. No había tales especificidades, por lo cual los conceptos planteados no establecían diferencias reales. Estos planteamientos los ha mantenido en el tiempo. Una década después reafirmaba cómo en las democracias actuales (todas), la participación popular en el ejercicio de gobierno no es posible, lo cual está relacionado con el diseño institucional del Estado moderno, que impide que existan posibilidades de controlar a la burocracia. No hay mecanismos efectivos de control, sólo se puede hacer presión ciudadana a través de sus representantes o a través de las acciones de contestación social. Ello suele ocasionar la frustración ciudadana. Por su parte, O’Donnell siempre pensó en la necesidad de diferenciar las especificidades de las nuevas democracias y de revisar, de forma crítica, los conceptos y los enfoques analíticos con los cuales se abordaba la democracia en América Latina.