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  • En los bestiarios y cr nicas existe la intenci

    2019-06-01

    6. En los bestiarios y crónicas existe la intención de inducir el placer estético, acto que no es desinteresado, sino ligado a la contemplación de la divinidad, ya que la A-366 naturaleza es hermosa gracias a que la omnipotencia divina “resplandece” en ella: “el mundo sólo puede ser venustus, lindo, agradable. Las Bellezas de lo creado —dice Dionisio— sólo son reflejos de la suma belleza; una criatura es llamada bella en cuanto participa en algo de la belleza de la forma de la naturaleza divina y de este modo se torna en cierta medida formalmente semejante a ésta”. Una faceta muy importante de esta percepción estética de la naturaleza está ligada a la maravilla y a la diversidad; actitud que es bastante notable en Anglería y Fernández de Oviedo de quien tomamos este pasaje que la resume: No se advierte esta percepción estética de la naturaleza en Acosta, pues él está dedicado a la exploración filosófica y en Hernández dedicado a la medicina, aunque con frecuencia en sus descripciones aparecen evaluaciones acerca de la belleza o no de tal o cual animal. En el caso de Sahagún, dedicado a la etnografía, sólo se encuentra una frase en el prólogo al libro xi en la que subraya que es una “materia muy gustosa”.
    Los acervos de Anglería, Fernández de Oviedo, Sahagún, Hernández y Acosta dedicados a la historia de los animales no integran bestiarios porque, primero, carecen de independencia, de una configuración que integre la A-366 como unidad y, segundo, sólo en muy contadas ocasiones se muestran proclives a poner en marcha los mecanismos propios de las lecturas no literales, esto es simbólico-morales, pese a que ven en la fauna una opción para edificar moralmente. Y si bien el Bestiario medieval no fue un modelo a seguir ni constituyó una fuente directa para las historias de los animales de las Indias estudiados aquí, y si ni los contactos de los bestiarios con las enciclopedias y tratados que sirvieron de fuente a algunos cronistas permiten asegurar a ciencia cierta que hubo una efectiva continuidad entre las historias naturales y el Bestiario, un cuadro de convergencias y paralelismos lleva a pensar en una presencia difusa del Bestiario medieval en las crónicas. Las similitudes provienen de la confluencia en una misma tradición zoológica fincada en Occidente por la Biblia, Plinio, Eliano, Solino, el Fisiólogo, san Isidoro y la Enciclopedia medieval; esto es, tanto los bestiarios como las crónicas participan en una vasta y añeja red de vasos comunicantes diseminada en los libros, mapas, esculturas, grabados, tapices, pinturas, folclore oral, emblemas, etc. Pero sobre todo hay en común también una manera de ver, comprender y describir la fauna sustentada en una concepción teológico-moral de la naturaleza, aunque, como se ha señalado, entre los cronistas éstas se hayan ya acotadas por la historia natural fincada en el prurito de atender los hechos y los apremios de la utilidad; así, el historiador de la naturaleza no es un mero compilador, sino principalmente un testigo de vista o de oídas que trata de dar cuenta de la nueva fauna, aunque las autoridades del Viejo Mundo siguen siendo un referente, pues el nuevo conocimiento debe ser enmarcado en la tradición zoológica. Ya en un plano especulativo, y un tanto al margen de las conclusiones, ¿se puede pensar que las descripciones de la fauna en las crónicas podrían constituir un nuevo capítulo del Bestiario? En sentido estricto y por lo que se ha venido argumentando, no. Sin embargo, pensando en los bestiarios medievales que están más cerca de las historias naturales y que no eran textos típicos de su clase como el de Cambrai, que prácticamente participa del estilo enciclopédico por su falta de alegorización, o como el de Aberdeen y otros más, cuyo contenido no se reduce a la fauna, pudiera abrirse un nuevo capítulo. Esto es lo que sugiere el denominado —propia o impropiamente— “primer bestiario español”, el Bestiario de don Juan de Austria (c.1570). Su autor extrajo de las diversas fuentes tradicionales y de las que tocan las Indias de Oriente y de Occidente recientemente “descubiertas” un repertorio que ilustró, aunque se cuidó de no engrosar sus líneas con la alegoría o el denso aparato filológico y simbólico de los tratados del siglo xvi. Podría suponerse que se trata de una historia natural más; sin embargo, un ejemplo puede hacer pensar otra cosa. Veamos la tónica descriptiva del pez raya, cuya mansedumbre y bondad lo liga no sólo al delfín de Plinio y Solino y los bestiarios medievales, sino también a Matum, el manatí descrito por Pedro Mártir de Anglería: